¡Hola, hola!
Hoy vengo a hablaros de una de mis leyendas favoritas del antiguo Madrid. Como no podía ser de otro modo, Madrid tanto por su historia como por sus dimensiones está repleta de misterios y muchos de ellos me tienen fascinada.
Hoy vengo a contaros una de sus leyendas que me impresionó bastante, hace ya mucho tiempo cuando tuve que hacer un trabajo sobre este lugar. Se la conoce como la leyenda de "La dama de la rosa blanca".
Si sois de Madrid, quizás ya hayas oído hablar de este caso, y si no es así, os invito a acompañarme por este recorrido hacia el Madrid oculto en el que se mezclan el terror y el amor.
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Primero nos trasladaremos al año 1853. Los hechos se producen en un frío mes de febrero. Durante estos días las clases pudientes celebran numerosos bailes carnavalescos, como el de la casa de los duques de Fernán Núñez, donde se reúne lo más selecto de la sociedad madrileña. Pero el suceso que nos ocupa ocurre en los Salones del antiguo Teatro de los Caños del Peral, donde hoy en día se encuentra el Teatro Real. En uno de estos salones se halla un diplomático alemán. Se encuentra solo y un tanto desplazado, pues es el único que no va disfrazado, va en traje y no habla con nadie. Un tanto ajeno a todo lo que acontece en el salón de baile, decide alejarse a una esquina para tomar tranquilamente un poco de sangría y allí permanece apartado del resto de invitados, hasta que de repente ve entrar a una joven vestida totalmente de negro y con un antifaz del mismo color que le cubre casi todo el rostro. Lo único que destaca en su conjunto es una rosa blanca que lleva entre sus manos. Sus miradas se cruzan y ella se dirige al lugar donde él está sentado. Tras un breve saludo, ella le pregunta si le concede un baile. Comienzan a bailar y el tiempo se detiene para ambos. Al joven le llama la atención su tez pálida y su piel fría, pero está deslumbrado por esta bonita amistad que acaba de surgir. Después de unos cuantos bailes y risas, ella le convence para salir del lugar.
- ¿Te vienes conmigo? -le pregunta la joven misteriosa.
- ¿Tienes coche? -responde él.
- No, pero mañana tendré el más lujoso de Madrid -dice la joven en un tono melancólico.
En ese Madrid nocturno, y ya casi a punto de amanecer, recorren calles céntricas como Arenal y Puerta del Sol hasta llegar a la Iglesia de San José, en la calle Alcalá 43. Al llegar a la puerta, la joven le insiste para entrar a la iglesia, a lo que el joven diplomático se niega por las horas intempestivas que son. Ella le coge de la mano y prácticamente le arrastra al interior. Le conduce a una cripta y allí observa que cerca del altar mayor hay un féretro. Él insiste en que deben alejarse del lugar a lo que ella le responde: "No puedo. Debo estar aquí, donde me colocaron esta mañana". Tan asustado está nuestro protagonista que sale corriendo sin echar la vista atrás.
Al día siguiente, intrigado y sin saber si todo lo sucedido ha sido fruto de una pesadilla o del alcohol que había tomado la noche anterior, se dirige nuevamente a la Iglesia. En la puerta ve a un gran número de asistentes a un funeral, conclusión a la que llega por el atuendo de la gente allí congregada. Preso de un temor infundado o no, decide colocarse en la fila de las personas que quieren rendir su homenaje de despedida a la persona fallecida. Al llegar su turno, sus peores presagios se hacen realidad. Ahí, frente a él, dentro del féretro se encuentra la joven con la que había estado hablando la noche anterior, con su piel blanca, una corona de flores adornándole la cabeza, el mismo traje negro y una rosa blanca marchita entre sus manos.
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-Soy la prima de la condesa y sé con certeza que ella estaba enamorada de usted. Me contó tiempo atrás, que habían coincidido en varias fiestas, pero ella nunca se atrevió a dirigirle la palabra.
-Anoche se acercó a mí a las ocho de la tarde. Estuvimos hablando y bailando hasta altas horas de la madrugada -recordó con tristeza el joven.
-A esa misma hora, a las ocho de la tarde murió, pero no quiso dejar este mundo sin hacer algo antes, algo que realmente deseaba con todo su corazón. Bailar y hablar con usted.
¿Conocíais esta leyenda? He intentado recrear un poco cómo pudo suceder todo, y he de reconocer que cada vez que paso por delante de la puerta de esta iglesia, me viene a la mente esta historia que me parece un poco triste pero a la vez preciosa.
¡Espero que os haya gustado! 😀
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